domingo, 25 de octubre de 2009

La Más Pequeña de Las Cosas

"Y es que la vida es un lecho de rosas, pero cada rosa tiene sus espinas"
Las relaciones son inherentes al ser humano, eso es un hecho. El amor es tan propio de nuestra naturaleza como la guerra. Y yo, yo soy tan malditamente orgulloso como romántico.

Soy el hombre más enamorado del mundo, lo pregono sin pensarlo dos veces. Soy además el más feliz de todos y lo grito ahora y siempre. Puedo sentirme aplastado por el sinfín de cosas que el mundo de la cirugía puede enviar sobre mí, pero nada importa, sólo una sonrisa suya basta para aplacar la más feroces de las tormentas, para darme fuerza para luchar contra los más colosales titanes y para cazar a la fortuna más rebelde. No necesito más.

El descubrimiento del fuego, la caída de Roma, la Segunda Guerra Mundial y la llegada del hombre a la luna. Son los más grandes hechos los que forjan el destino de la humanidad, los que cambian radicalmente el sentido de la historia. Sin embargo, en cuestiones del amor, particularmente en mi caso, las cosas son totalmente distintas.

No he necesitado haber sido víctima de un error fatal por parte de la mujer que amo para llegar a sentir la tristeza a flor de piel. No basta más que una palabra mal dicha, una mirada esquiva o simplemente un par de días sin saber cosa alguna sobre ella, para sentirme el ser más miserable del mundo. Podría seguir creyendo ciegamente que son cosas pequeñas, simples, sin importancia, y que se necesitaría un holocausto para sentir algo más que preocupación. Pero no es así, maldita sea, no es así. Son las cosas más simples, las más pequeñas, sí, las insignificantes las que tejen los hilos de mi gran historia de amor.

Es un invierno largo, mucho más largo de lo que llegué a imaginar en los cálidos días de febrero. Simplemente, no puedo. Siento que ya no me quedan fuerzas, que peleo una guerra que ya he perdido hace mucho tiempo. Que tan irracionalmente voy en contra de la corriente, que soy tan estúpido, tan orgulloso, tan débil. Que por pensar que son las grandes cosas las únicas que necesitan atención, siento que todo se escapa de mis manos, de mis esfuerzos. Estoy completamente enamorado, estoy completamente jodido. Pero por más frío que pueda llegar a destruirme por completo en estos días, es ella quien llega a hacerme sentir una vez más lo cálida que puede llegar a ser la vida, me devuelve las esperanzas, la fe en mi, en ella, en nosotros, en todo.

Son las cosas más pequeñas las que mayor importancia tienen. Cuando finalmente tengo la satisfacción de mirar hacia atrás y de saber que pudimos superarlo. Es lo que convierte a la vida en un lecho de rosas, en las que cada una de ellas tiene sus espinas.

Gabriel

0 comentarios:

Publicar un comentario