viernes, 16 de abril de 2010

Una Experiencia Religiosa


Recuerdo haber mencionado un grupo de señoras de edad, vejestorios, hablando con propiedad, que me interceptaba todas las mañanas mientras corria hacia el paradero. Si, viejas a las 6:10 de la madrugada en la calle. Una jauría, un enjambre. Normalmente logro evadirlas con un seco: "Estoy apurado, lo siento" y prosiguiendo mi camino sin mirar atrás que capaz terminaba siendo convertido en sal.

Todo bien, hasta ahí. Sin embargo, todo cambió radicalmente hoy dia.

Al abrir los ojos, me di cuenta de que mi alarma no había sonado. Peor aún, me di cuenta de que el cielo estaba claro y no hay un cielo claro a las 5 AM. Poniéndolo en pocas palabras, iba a llegar tarde. Así que como todas las mañanas salte de mi cama y fui corriendo al paradero. Como nunca, no encontre a las señoras estas en el camino. ¿Golpe de suerte? No, golpe en el entrepiernas. Las viejas se habían dado cuenta que nadie les daba bola si estas trataban de predicar la palabra de su dios, deteniendo a personas apuradas. Hasta que una se acercó y...

  • Vieja: Joven, buenos días.
  • Gabriel: (La concha de la lora, ahora qué) Buenos días. ¿Qué tal?
  • Vieja: Bien joven, muchas gracias. Mire usted, hemos salido a las calles hoy día para llevar el mensaje del Señor a todas las personas.
  • Gabriel: (Genial, como si no fuera suficiente llegar tarde al hospital, tengo que soplarme esta estupidez). Ah, qué bien señora.
  • Vieja: Si, joven, alguien tiene que hacerlo en esta tierra que esta de cabeza.
  • Gabriel: (Lo que daría porque tú estuvieras de cabeza 3 metros bajo tierra). Sí señora, me parece correcto.
  • Vieja: Qué alegría escuchar eso joven. ¿Sabe? No muchas personas ponen atencion a la palabra del Señor.
  • Gabriel: (Carro de mierda. ¿Por qué no apareces?). Así es, es un mundo lleno de atrocidades.
  • Vieja: Lamentablemente sí. Por eso, lo menos que podemos hacer es salir a las calles a tratar de llevar el evangelio a todas las personas.
  • Gabriel: (¿Es que no tendría que estar barriendo su casa o preparando el desayuno para su marido?) Alguien tiene que hacerlo...
  • Vieja: Sí. Mire usted por ejemplo, la palabra de Dios es poderosa, como nos enseña el evangelio. (Sacando una revista de entre sus cosas, me empieza a señalar una serie de dibujos). Por ejemplo, tenemos la historia de Lázaro que quien gracias al poder de nuestro señor Jesucristo el todopoderoso resucitó de entre los muertos. ¿Sabes quién fue Lázaro, no?
  • Gabriel: (...Take me down to de paradise city, where the grass is green and the girls are pretty...) Ah, claro. ¿Cómo no voy a saber? El tipo ese que se murió y se levantó de su tumba como 1 semana después.
  • Vieja: Excelente, así es. Qué gusto me da que conozcas la palabra del señor.
  • Gabriel: (Y qué gusto que ahi venga la maldita combi. Acelera, vamos, vamos) Sí la conozco, estuve en un colegio religioso.
  • Vieja: Qué bien, que bien. Por cierto. ¿Cómo te llamas?
  • Gabriel: (Maldita sea, como demora la porquería esta. Mejor me subo a cualquier cosa, antes que seguir escuchando esto) Gabriel, señora.
  • Vieja: Oh, que bonito nombre. Sabías que Gabriel es el nombre del arcángel de la anunciación. Es un personaje muy importante en el cielo.
  • Gabriel: (La ptm, por qué no te vas al cielo si tanto te gusta). Gracias, señora. Lo siento, pero tengo prisa, he de irme.
  • Vieja: Si, si, claro claro. Ha sido un gusto conocerte, Gabriel. Toma esta revista, contiene varios artículos sobre la actualidad del mundo.
  • Gabriel: (Pero qué carajos... No importa, cualquier cosa para largarme). Muchas gracias señora, me hara bien un poco de lectura para el camino.
  • Vieja: Fenomenal, adiós Gabriel.
  • Gabriel: (¿Es que no se queda sin palabras?). Adiós señora.
Guardé la condenada revista y subí lo más rápido que pude. Ni Dios pudo hacer algo para que llegase temprano aquel día...

1 comentarios:

Unknown dijo...

EXcelente ,como me reii leyendo esto,momento incomodo que narrado por tí se torna divertido,refleja el pensamiento común.

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